"La conocí a través de un amigo común. Cuadramos nuestras agendas y en el día de la sesión quedamos en un hotel. La primera impresión que tuve cuando la vi fue de una chica dulce y algo tímida, con una mirada curiosa y transparente. Fue curioso, pero al instante me sentí muy cómodo y agusto. Empezamos a hablar, y ella mientras, disparaba. No hubo “poses” o guiones, fue una conversación entre amigos con una cámara en medio, que en pocos minutos se hizo invisible. Las 2 o 3 horas que duró la sesión fueron tan rápidas que eche de menos seguir hablando. Cuando me envió las fotos de nuestra sesión fotográfica, quede fascinado por su sensibilidad en el encuadre, los ángulos, y en su forma de mirar, además de la sensibilidad y sutileza en como retrata ese segundo en que tu alma se desnuda. Si, ella te ve el alma y hace que la cámara la capture y todo eso con un cuidado y una sutileza que hace que su trabajo sea único y especial, como cuando una madre mira a su recién nacido, durante horas."